En los últimos días, se viralizó en las redes sociales una publicación de la Ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, la cual hablaba de una nueva campaña promoviendo métodos anticonceptivos permanentes, como la vasectomía y ligadura de trompas en jóvenes a partir de 16 años. Esta medida, junto con otras medidas, como proveer información de otras formas anticonceptivas sin compañía de adultos a menores a partir de los 13, fueron tema de conversación en la sobremesa argentina por muchos días.
Mientras que algunas personas pensaban que era una decisión acertada, que daba libertad a los jóvenes; la contraparte pensaba que era un atropello a los derechos de los menores, estableciendo que los mismos no tienen la suficiente claridad para decidir algo tan importante para su futuro.
En los últimos días, la campaña recibió el repudio de la fundadora de la Asociación de Mujeres Americanas (AMA), Mercedes Moreno Klappenbach, quien también decidió llevar este caso a la justicia del país, porque presuntamente violaba la Constitución Argentina y el Pacto de San José de Costa Rica, asimismo dijo que la iniciativa era perversa, siniestra y que quiere terminar con la concepción de la familia. Por otro punto de vista, muchas personas mostraron su apoyo por las redes sociales, tomandolo como un paso similar al aborto y la implementación de la educación sexual integral obligatoria en las escuelas de todo el país. También hizo un gran eco en la sociedad el hecho de que ninguna personalidad política haya comentado algo con respecto a esta iniciativa.
Sin embargo, tenemos que afirmar que es una propuesta gris, con sus pros y sus contras. Mientras que proveer información sobre su cuerpo y un cuidado reversible a los menores es lo necesario, el foco de problemas de los jóvenes no está en absoluto cercano a lo que postula el Ministerio de Salud.
En un país donde la inflación cada día se eleva en niveles inimaginables, con una oferta laboral mínima y una taza increíblemente alta de abandono en la educación la menor de las preocupaciones es engendrar o no, sino en la falta de posibilidades y oportunidades para sobrevivir en su patria de nacimiento; el dilema actual de los jóvenes no radica en tener hijos o no, cae en la disyuntiva de escapar de su país o de vivir en la pobreza.
También hay que agregar como dato de importancia que la tasa de natalidad de Argentina bajó a un 31,4% desde el 2014, estableciendo una caída importante ya que el país se aleja de la tasa de fecundidad que garantiza que la población se mantenga estable. Esta situación no es solo en nuestra nación, sino que se ve en un nivel global desde los años ‘80 hasta nuestros días con una baja de la mitad del ritmo al que se estaba acostumbrado.
https://youtu.be/x-c8rz7z9Rw
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