La inteligencia artificial (IA) está cobrando cada vez más relevancia para la sociedad. Con Siri, Alexa, y ahora el Chat GPT, se observa cómo la tecnología fue superándose a sí misma y hoy desarrolla tareas que antes sólo podían desempeñar las personas. Si bien resulta más efectiva para actividades específicas, la IA, carece de los rasgos de entendimiento del ser humano.
Este contexto, preocupa a muchos profesionales, especialmente del área de salud mental. Ya que surgieron casos, en los que personas recurrieron a Chat GPT en lugar de su terapeuta, para contarle sus problemas. El psicólogo argentino, Flavio Calvo, destacó que “la IA puede comprender algunos mecanismos, pero nunca va a vivir las emociones como la persona”
Los chatbots de uso general, se basan en modelos de lenguaje grandes, una tecnología con una tendencia de fabricar información que suena convincente; por esta razón pueden significar un riesgo a la hora de recibir una devolución o consejo.
Estos no están diseñados para la terapia y no han sido programados para cumplir con las pautas éticas y legales que observan los terapeutas humanos. Simplemente dice qué hacer sin lugar a desarrollar la capacidad crítica de la persona, no logra empatizar con ella ni ayudarla a formar sus propias herramientas para el cambio.
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